miércoles, 9 de septiembre de 2009

“VIDA DE PERROS”: COMO PUEDE SER GRACIOSA LA VIDA SIN UNA SOLA PALABRA




Sin duda alguna Charles Chaplin sentó un importante precedente en la historia del cine, hecho que nadie desconoce y que al disfrutar alguna de sus producciones se ratifica dicha importancia. La expresión que se le escapa a la palabra es mucho mas disiente y Chaplin conoce a la perfección las reglas que manejan este magnífico juego de la comunicación no verbal, haciendo nacer en el público una comprensión casi inmediata de la situación que presenta.
En vida de perros, las risas son incontenibles y nos preguntamos tal vez porque sin necesidad de las palabras y con tan solo observar una escena recibimos el mensaje y nos es tan gracioso. Pienso que por lo general nuestra visión del mundo está centrada en las palabras, sin darnos cuenta que ellas son la mínima parte de lo que expresamos.
Por ejemplo cuando alguien nos cuenta un chiste, ya sea de manera personal o por televisión, recordamos las palabras para poderlo contar después, sin embargo nuestro subconsciente retiene todos aquellos gestos que lograron hacer que el mensaje del “chascarrillo” fuera eficaz, sino, tan solo pensemos en alguna ocasión en que alguno de nuestros amigos nos haya contado un chiste sin hacer ningún movimiento, seguramente lo recordaremos como un pésimo contador de chistes.

Centrándonos un poco más en la película de la que hable anteriormente, creo que una de las escenas que mas llamo mi atención fue en la que después de tener el conflicto en la taberna, por así llamarla, llega a un pequeño puesto de comidas en donde de una disimulada y graciosísima forma hurtaba poco a poco los trozos de pan que se encontraban en la barra de dicho puesto.
Su posición era un poco relajada, de pie con una de sus piernas apoyada en cierta medida en la otra y con un codo sobre la barra de comidas en donde se recostaba la cabeza. Cuando el vendedor daba media vuelta Chaplin tomaba rápidamente el pan y lo introducía en su boca sin hacer ningún movimiento mas, pues el vendedor en ese instante volvía de nuevo sus ojos ante él y para no ser descubierto tomaba su posición inicial y sus ojos se dirigían hacia el extremo superior izquierdo del lugar donde estaba el tendero.
Esto se repitió en los próximos minutos de la escena de una forma cada vez más rápida, era el rápido intento del vendedor por atraparlo y el ágil movimiento de reacción evitando el descubrimiento.
A lo ultimo Chaplin engaña de una forma muy zagas al tendero pues hace gestos de sorpresa cuando mira al otro extremo de la mesa, como si algo extraño estuviera allí encima, el tendero cambia el pan de posición, Chaplin se inclina hacia adelante, de tal manera que el pan queda detrás de él y mientras distrae al tendero, con su mano por detrás de su espalda toma el pan y se lo come en una rápida hazaña.
De esta manera, y pese a las fuertes sospechas del vendedor, este ultimo sale engañado, pues con tan solo unos agiles movimientos y sobre todo una gran seguridad en sus movimientos puede nuestro personaje salir invicto y con el pan en el estomago.
Así pues, se torna toda la película en incontables gestos, como la particular forma de caminar, la posición de los ojos, de las manos y en fin de todo el cuerpo, que hacen reír sin necesidad de una sola palabra, que en lo personal considero que tan solo una palabra podría estropear esa precisa comunicación que logra Chaplin en sus películas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario